Dicen que uno saca a relucir su personalidad más oculta a través de los disfraces y que en ocasiones su subconsciente habla a través de las ropas con las que escoge celebrar las fiestas más desenfrenadas y locas del año.
Sin embargo los niños son tan complicados, ellos se disfrazan simplemente de lo que quieren ser, ya sea un súper héroe o aquella profesión a la que aspiran a llegar en ese para ellos lejano futuro en el que se harán mayores. No hay mucha diferencia para ellos entre querer ser el hombre araña o médico, su fantasía mezcla todo de una forma increíble, lo importante es que disfruten.
Todo tipo de profesiones
Es fácil encontrar disfraces de todos los precios en los que los pequeños de la casa puedan interpretar el rol que más les guste: bomberos, policías, médicos, mecánicos… todo puede ser durante las fiestas más imaginativas. Y se puede llegar a conseguir mediante trajes comprados o improvisaciones caseras.
No hay nada más divertido que ver a un niño con su cajita de herramientas de plástico y su casco imitando el trabajo de sus padres cuando realizan bricolaje los domingos. O cuando se ponen su uniforme y tratan de salvar la ciudad de todos los “malos” estando al servicio de la ley y en orden. Aunque igual mezclen una estrella de sheriff con un tricornio de la guardia civil. A fin de cuentas en su mundo interior no hay tantas diferencias entre unos y otros protectores de la sociedad.
No hay profesiones por sexo
Disfrazarlos de profesionales puede ser una buena oportunidad para enseñarles a los más pequeños que no hay profesiones de hombre y de mujer y que la mayoría de los puestos pueden ser desempeñados indistintamente por unos y otras. Disfrazar a los niños de médico y a la niñas de enfermeras no hace más que perpetuar una serie de roles machistas que la sociedad ya hace tiempo que debería de tener superados. De poco vale que tu hija vea que cuando va al médico le atiende una mujer si a la hora de disfrazarse le dices que ella mejor de enfermera. Romper las barreras se puede hacer desde todos los frentes. Y por qué no, dale a ella la caja de herramientas y el casco si es lo que le apetece.
Los niños no solo se divertirán disfrazándose de profesiones sino que aprenderán valores y sentirán que aunque puede haber barreras que los limiten a la hora de ser lo que quieren ser su sexo no tiene por qué significar una de ellas.