Recuerdo con especial cariño cuando de pequeños en las fiestas del pueblo nos llevaban a ver el acontecimiento que todos los niños esperábamos con ilusión: los desfiles de gigantes y cabezudos. No sabría bien si llamar a las personas que representaban estos personajes disfrazados, porteadores o actores, porque realmente hacían un poco de todo proporcionando un espectáculo divertido del que niños y mayores salíamos con una sonrisa en la cara.
Los disfraces de gigante y cabezudo se realizaban originalmente en cartón piedra aunque en la actualidad se incluyen otros materiales ligeros como el poliéster o la fibra de vidrio. Una vez elaborada la carcasa se pintaban a mano con colores brillantes y se les acomodaban los ropajes.
En el caso de los gigantes se elaboraba en madera la carcasa para que la persona pudiera llevar al muñeco en procesión por el pueblo. Una variedad de estos eran los gigantes que iban sobre zancos en algunos pueblos, una actividad bastante peligrosa ya que las enormes caretas no les permitían ver demasiado bien por donde iban.
Realeza y personajes cómicos.
Los gigantes y cabezudos son parte del folklore en toda Europa y cuándo se colonizó el continente americano se llevó para allí la tradición asentándose enseguida en esas tierras. Tradicionalmente los gigantes representan a reyes o a figuras muy importantes de la zona dónde se representan. Siempre tienen un toque de personaje muy importante y suelen salir en parejas.
Por el contrario los cabezudos pueden ser los bufones o cualquier otro personaje cómico o que pretenda asustar y que muchas veces se introduce entre el público y juega a perseguirlos mientras la gente escapa fingiendo estar asustados. Esto causa las risas y la diversión de los más pequeños, que son los que más participan en estos juegos.
Una tradición de siglos
Esta tradición se sigue conservando en casi toda España y normalmente las personas que se meten en los personajes son cada año los mismos. Sobre todo en el caso de los gigantes, ya que hay que tener práctica para poder portear estos enormes muñecos y en ocasiones hacerlos bailar e interactuar entre ellos en un formidable y colorido espectáculo.
Disfrazarse de gigante o de cabezudo no está al alcance de cualquiera pero por suerte todos podemos disfrutar y participar de la fiesta aunque no sea portando uno de eso formidables trajes. Si tienes la oportunidad este verano de ver un desfile en cualquiera de las fiestas que se celebran por todos los pueblos de la península, no dejes de acudir y disfrutar de una tradición que tiene cientos de años tras de si y esperemos que también por delante.