Hubo un tiempo en que nuestros mayores se encerraban en casa a cierta edad y a penas volvían a salir más que para lo imprescindible. En ocasiones se les podía confundir con un mueble más, pues se quedaban en su sillón, que ya tenía la forma del cuerpo, y se limitaban a dejar pasar los días sin a penas participar en la vida. Y si alguno intentaba hacer algo se le regañaba cual niño y se le devolvía a su rol sin pensarlo dos veces.
Hubo un tiempo, porque hoy por hoy no es así y nuestros abuelos tienen más marcha que nosotros mismos en muchas ocasiones. Por fin la sociedad ha empezado a entender que mientras hay vida hay que vivirla y los mayores han comenzado a disfrutar de unos años dorados en los que ya no tienen tantas responsabilidades y pueden volver a salir, a conocer nuevas amistades y realizar actividades que quizás no pudieron hacer antes.
Las asociaciones de vecinales y los grupos de la tercera edad han jugado un papel muy importante para que estas personas lo pasen bien y desarrollen actividades con las que disfrutan enormemente. Entre ellas, por supuesto, está la de disfrazarse.
Las comparsas más marchosas
En todos los carnavales de las ciudades de nuestro país podemos ver comparsas de gente de edad avanzada pero que bailan, cantan y disfrutan disfrazados como si fueran un grupo de adolescentes. Y además suelen llamar la atención por su espíritu festivo y en ocasiones por trajes realizados por gente que sabe manejar la aguja con una maestría que no tiene nadie de las nuevas generaciones.
Incluso se integran en comparsas con gente más joven y aportan sus conocimientos y mañas para que todo el mundo vaya realmente impresionante. Y que nadie se preocupe por la abuela, que ella es la que lleva realmente la voz cantante y la que cierra todos los bailes sin cansarse jamás. ¡Y sin necesidad de bebidas que den alas!
Un humor a prueba de crisis
Y es que si alguien sabe lo que ha sido pasar crisis duras, esos son los abuelos y saben también que la mejor receta para disfrutar de la vida cuando vienen mal dadas es sonreír, ponerle humor al día y día y esforzarse por hacer de las pequeñas cosas un acontecimiento especial que convierta un día normal en algo divertido y diferente. Y es que yo, de mayor, quiero ser como estos abuelos que parecen sacados de Cocoon