Muchas veces para ser el más original de una fiesta no es preciso buscar lo menos visto, sino ir a lo más clásico y que poca gente se atreve a utilizar. Ir al corazón del carnaval, a su misma esencia y utilizar algunos de los elementos más clásicos del mismo pueden proporcionarnos originalidad y elegancia y hacernos destacar en cualquier fiesta.
Las máscaras clásicas del carnaval nunca pasarán de moda y pueden ir desde las más sencillas que recrean los rostros del teatro mostrando las diferentes emociones, hasta las más elaboradas máscaras venecianas con sus hermosos diseños rococó que nos trasladan a otra época con solo mirarlas. Un traje que en principio no es nada fuera de lo normal puede resaltar y cobrar vida con uno de estos complementos tan clásicos pero tan originales a la vez.
Trajes de los carnavales sudamericanos.
Los coloridos carnavales brasileños son quizás los más conocidos de los carnavales sudamericanos, pero son muchos los países latinos que los celebran a lo grande. Sus vistosos trajes resultan de lo más original y alegre y siempre triunfan en cualquier fiesta a ambos lados del charco.
Puede utilizar desde las ropas típicas de los desfiles de carrozas hasta derivaciones de trajes indígenas adaptados para las fiestas. No pasará desapercibido con estos llamativos atuendos tan llenos de color y de alegría. Lo que en un país pueden ser ropas comunes o folclóricas, en otro lugar pueden ser parte de un disfraz diferente y que se desmarque de lo común.
Y si se atreve, conviértase en la reina de la fiesta.
Los llamativos trajes de las reinas del carnaval no están al alcance de la mayoría de nosotros, pero si una versión más sencilla de la misma, donde la imaginación suplirá la falta de presupuesto. No tema abusar de los complementos, diviértase cubriéndose con collares y abalorios de colores.
Eso si, procure que el traje resulte algo más cómodo que los originales o su noche puede resultar tremendamente larga. Cuidado con las faldas demasiado armadas que pueden evitar incluso que la persona que las vista sea capaz de sentarse. Los altísimos tacones y las llamativas plataformas deben de descartarse a no ser que se esté muy acostumbrada a calzarlos o el espíritu de sacrificio en pos de la imagen sea muy grande. Sobre todo cuando es un hombre quien calza este tipo de zapatos.