Esta entrada va dedicada a todos esos niños que alguna vez, al igual que yo, han tenido pánico a personas adultas disfrazadas. No es que fueran malas personas, malas personas eran nuestros padres los cuales nos casi obligaban con frases de “anda tontaco, como vas a tener miedo a Espinete”.
No, claro que no, yo no tenía miedo a Espinete. Él era un amigo genial que me contaba y cantaba canciones súper interesantes mientras me zampaba bocatas de nocilla. No hombre, a mi quien me daba miedo era esa persona que accedía a meterse en un traje cotoso de lo que decían que era un erizo rosa, que parecía más una rata sin pelaje con cresta rosa.
A mí no me engañaban, ¡¿qué iba a hacer Espinete en un circo de mala muerte cuando era una estrella televisiva de la 2?! (También es verdad que con sólo dos cadenas, la 1 y la 2 de TVE, con poco eras líder de audiencia).
Pero si era poca la humillación de llorar por semejante bicho, tus padres de obligaban a sentarte en sus piernas o posar junto a él/ella/eso y sonreír para hacerte una foto, por si se te olvidaba… Gracia a estos momentos ochenteros por antonomasia, tenemos traumas como los que a continuación os muestro, esta vez los protagonistas son Conejitos de Pascua:
El conejito que robaba niños
Documento gráfico en el que vemos como una niña esta tan sumamente aterrada por el disfraz de esta persona en la foto, que es incapaz tan siquiera de tocarle, por lo que no sabemos si es miedo o asco lo que siente en realidad.
El caso es que este disfraz es aparentemente afable. Y esto no es debido a que sea un disfraz sobresaliente, sino a que ya veréis el mal trago que tuvieron que pasar los demás niños con sus nuevos amigos.
“¿Mamá, papá porque no me quiere?”
El padre de Jimmy quiso darle a su hijo lo mejor para celebrar su 6º cumpleaños. Y para ello no contrató a un mago, ni a un payaso, ni siquiera a alguien que hiciera muñecos con globos hinchados. Cogió dos pijamas de estilo western que tenía por ahí y elaboro este pedazo de disfraz.
Lo que no sabía es que Jimmy, después del susto lo reconocería y a parte del trauma empezó a desarrollar una adolescencia precoz en la que con solo 6 años sentía que su padre le avergonzaba.
Conejito zombi
Si alguna vez te has preguntado qué pasa cuando deslumbras con las largas a un conejito en una carretera secundaria, aquí tienes la respuesta. Y es que aunque decimos que es un conejito, tras ese color verdoso mugroso, la verdad es que se nos hace difícil poder asegurarlo.
Lo que tenemos claro es que esta niña, al igual que los demás, nunca comprenderá esta foto. La acabará destruyendo o guardando. No por la ilusión, sino por si algún día es también madre y así poder ilustrar y asustar a sus hijos con frases típicas como “¿tú te quejas? Mira en mis tiempos”.
Desde aquí, un abrazo a todos los padres y madres que nos han criado con el mismo tipo de infancia a toda una generación.